Todxs humanxs, todxs creativxs

Creatividad, conexiones humanas, gimnasia cerebral y pensamientos aleatorios.

Un error de gran valor

Fátima Mora
August 15, 2023

Por fin te decidiste a realizar esa actividad a la que entraste con incertidumbre. Un 20% de optimismo, 30% de expectativas y, al ser tu primera vez, con un 50% de temor a “no hacerlo bien” o al “qué opinarán los demás acerca de tu desempeño”.

Y sí, ante tus ojos, en ese momento, no es el resultado que esperabas. Automáticamente comienzan los juicios internos y los supuestos juicios externos; rechazas la actividad y la bautizas con la frase de “debut y despedida”, desechas el proyecto o actividad, lo sometes a un juicio al estilo Shark Tank con amigos o familiares hasta que termina en la basura, o lo escondes en donde no vea la luz.
Esto probablemente desencadene un pensamiento rumiante, justo al ir a dormir, uno que comienza con “no soy bueno para esto”, “lo mío, lo mío no es la creatividad”, “ya estoy muy grande para estas cosas”, entre otros prejuicios.

Ante tantas expectativas, a veces autoimpuestas, es válido transitar una emoción de decepción o frustración, que en ocasiones viene acompañada de otros misterios sin resolver de nuestra personalidad.

Pero, nada es para siempre. A los pocos días es borrón y cuenta nueva. Es una oportunidad para “retomar” esa experiencia y, a tu tiempo, explorar una nueva perspectiva. ¿Por qué no?, vuélvelo a intentar, pero esta vez, disfruta del proceso, hidrata tu mente en el ínter, y vívelo como un ejercicio que no incite a la autoexigencia o a expectativas que generen ansiedad por obtener un “resultado perfecto”.

No, no fue un error que lo hayas intentado, y tampoco fue una pérdida de tiempo.

De hecho es un excelente síntoma de que comienzas a generar cambios en tu rutina; es tu misma creatividad despertando y dando un empujoncito a tu energía vital para que salgas de tu zona de confort. Y sí, también trae bajo la manga un pequeño reto para que des otro paso hacia tu desarrollo conciencial.

Tal vez sea un momento oportuno para reflexionar y redefinir de forma constructiva tus conceptos de “belleza”,“bien hecho”,”arte”,”técnicamente correcto”,“perfección”, “éxito”, “propósito”, “autonoconocimiento”, “autoexigencia”, “lógica”, “fracaso”, “juicios”, “error”, “miedo”, “comparación”.

¿Qué sería de nosotrxs sin los primeros intentos?¿Cómo cambiaría nuestra experiencia de vida sin este tipo de retos? ¿Cómo aprenderíamos si no es a través del hacer?

Abracemos la imperfección como un súperpoder, como parte de nuestra naturaleza, y dejemos de tener miedo a no hacerlo bien. Un “error”, un “rasponcito”, es el primer paso a la disposición de un pensamiento divergente, a comenzar a ver con nuevos ojos y es una perfecta excusa para comenzar un diálogo interno e inyectarle power a tu creatividad. 

Sigue probando “cosas nuevas”. Ten el valor de rechazar lo seguro y adéntrate a la emoción de lo desconocido; el error no es más que un nuevo camino a descubrir. Quien no se arriesga, no falla, pero tampoco cosecha experiencias y aprendizaje. Ir a tientas en terreno seguro conduce a un camino de peligrosa conformidad, que se va solidificando y convirtiendo en un bloqueo creativo y emocional.

El hecho de creer que la primera idea es siempre la mejor, o que siempre lo haremos bien a la primera, puede ser limitante.

Bien lo dijo Goethe en su inmortal obra “Fausto”: “No es el error, sino la inactividad lo que hace fracasar al hombre”.

Con la práctica del pensamiento divergente, iremos dominando nuestra censura interior (autocrítica destructiva, autorrepresión de los pensamientos creativos), que en muchas ocasiones genera que abandonemos las ideas inclusive antes de intentar explorarlas. Nada inhibe más el proceso creativo que el constante juicio crítico aplicado a las ideas divergentes en su primera etapa de creación.

Pero, ¿de dónde vienen tantas inseguridades que nos bloquean creativamente?¿De dónde viene esa creencia de que no se es creativo? ¿Por qué mostramos una conducta censurable al mínimo ápice de una idea divergente?
La vida nos expone a toda clase de estímulos externos, de forma consciente e inconsciente, ya sea en el trabajo o en nuestro entorno social o familiar. Surgen situaciones que pueden producir ansiedad, afectando nuestra confianza y seguridad; conduciéndonos a vivir distantes de nuestra verdadera naturaleza humana.

Es probable que nuestra sociedad nos condujera al placer que produce “tener siempre la razón”, “hacer lo correcto”, “cumplir con las funciones ejecutivas que se esperan de nosotrxs como adultxs”, y sobresalir por ello. Desconocemos el derecho a equivocarnos, a ejercer un pensamiento divergente, y con el poder del error, contribuir para llegar a una solución alterna socialmente aceptada.

Cuando aprendemos a cultivar nuestra originalidad, a través de la creatividad, dejamos de someternos al visto bueno del mundo. Las personas con un pensamiento creativo desarrollan su desinhibición cognitiva, no juzgan si las ideas son buenas o malas, simplemente generan nuevas alternativas. A través de la desinhibición cognitiva se pueden desactivar una serie de “controles” que influyen directamente en la capacidad de pensar y crear conexiones. 

El pensamiento creativo es otro músculo que requiere de entrenamiento, así que si estás comenzando, lo mejor es no agobiarse, no sobreexigirse y mostrar empatía hacia uno mismo. Acorde a sus bases neurológicas, el pensamiento creativo funciona mejor cuando estamos en calma o relajados, pues logramos entrar a “nuestra zona”. Las ondas alfa, presentes durante el estado de relajación, son las favoritas del pensamiento creativo. Estas ondas cerebrales ayudan a la integración de mente, cuerpo y aprendizaje; se les considera un puente del mundo exterior al mundo interior. Esto significa que puedes encontrar la calma creando, y viceversa.

La habilidad creativa no está ligada estrictamente al conocimiento técnico-artístico, no es exclusiva de genios, ni de las artes ni de las ciencias, y ciertamente no es una actividad sólo para niños, adolescentes o adultos mayores. La creatividad es una capacidad innata que habita en nosotros y nos acompaña cada minuto en cualquier etapa de nuestra vida.

Algunos conectan con ella caminando, observando, cocinando, en un juego de mesa, durante la comida con familia y amigos, tratando de encontrar soluciones en nuestras actividades cotidianas, nuestro lenguaje verbal, no verbal, meditando, escribiendo, en alguna actividad recreativa, o mientras duermen.

La creatividad no te exige, no te juzga, te permite de forma intuitiva establecer un diálogo interno contigo mismo y reencontrar el sentido de “ser”. Sólo basta atreverse a experimentar con la emoción de ese día, vivir el aquí y el ahora en atención plena, estar consciente de la experiencia.

Es posible que lo que hoy no parezca una “buena idea” o un “buen primer intento”, o el resultado que esperábamos, mañana cobre sentido. Las ideas son circunstanciales y son puntos de partida para otras posibilidades.

Muchas de las creaciones prominentes de la humanidad fueron sometidas a fallos constantes y a la constante observación.
Madame Curie tuvo una “mala idea” que resultó en la invención del radio. Blas Pascal inventó la ruleta cuando experimentaba con el movimiento continuo. Por accidente descubrió Galvani la corriente eléctrica; Pasteur, la inmunología; Roentgen, los Rayos X; Wilson Greatbatch, el marcapasos; Daguerre, la fotografía; Becquerel, la radioactividad; Fleming, la penicilina.

Los resultados inesperados, nos obligan a mirar con atención. Aunque sus descubrimientos fueron accidentes, todos ellxs fueron buenos observadores, atentos a los detalles, y a través de esas percepciones, comenzaron a establecer nuevas conexiones. Decidieron observar con nuevos ojos.

Dice Teresa Amabile: “ser creativo es parecido a hacer un estofado”. En la creatividad hay tres ingredientes básicos:
El ingrediente esencial, algo semejante a los vegetales o la carne del estofado, es la habilidad o gusto en un área específica. Más allá del talento, sin el entrenamiento de esas habilidades, la creatividad no se mueve.

El segundo ingrediente es el “pensamiento divergente”, es decir, la manera de abordar el mundo que te permite encontrar una posibilidad nueva y verla hasta su plena ejecución. Tiene que ver con ser una persona independiente, estar dispuesto a correr riesgos y tener el valor de intentar algo que no ha hecho antes.

Por último, el elemento que en realidad cuece el estofado creativo es “la pasión”, el término psicológico para esto es “motivación intrínseca”, el impulso de hacer algo por el mero placer de hacerlo más que por cualquier premio, reconocimiento o compensación. La creatividad comienza a cocerse cuando la persona está motivada por la pura dicha de lo que está haciendo. La pasión “es como el fuego que cuece el estofado”.

La motivación intrínseca es el componente esencial en el desarrollo de nuestra creatividad, y viceversa. Es un tipo de motivación impulsada por un profundo interés en lo que nos proponemos a hacer, la autogestión, la curiosidad inagotable, el disfrute de lo que realizamos, y con más práctica, la sensación de desafío en los proyectos que realizamos.

Sé paciente con tus procesos, comienza a disfrutar del paisaje, mantente abierto a todas las posibilidades, aprende a escucharte para que el ruido exterior cese y deje de decirte quién eres o qué puedes o no hacer. Observa el mundo que te rodea con nuevos ojos y se convertirá en una fuente inagotable de inspiración, en una puerta al autoconocimiento que te permita conectar con tu intuición, emociones, y sabiduría innata.

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Te recomiendo el libro “Failed It!: How to Turn Mistakes Into Ideas and Other Advice for Successfully Screwing Up” del autor: Erik Kessels, Editorial: Phaidon Press, y observes más errores que te inspiren.

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